Querida Cristina,
"En una ciudad había una mujer tan feliz que se la
expuso en un museo, ahí ella sonreía. Irradiaba una
felicidad tal que la gente parada en la puerta tuvo que
usar anteojos de sol, no se permitió la entrada a los
niños. Cada hora recitó un aforismo sobre el amor,
la gente llegó y escribió en sus pequeños cuadernos
cuadriculados, también suspiraron felices. Ellos no
vieron cómo el celador por las noches llevaba a la
mujer al cuarto de atrás, le abría una tapa en la
espalda, le recargaba las pilas, cambiaba su falda, le
lavaba el cabello sedoso. La boca de la mujer, más
profunda que ninguno de los lagos del país de
canciones tristes, se abría y cerraba, tragaba todo y
sonreía" (Kati Neuvonen)
Besos,
R